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martes, 18 de agosto de 2015

El trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo en los niños

En los últimos años, la cantidad de niños que han sido diagnosticados con un trastorno bipolar ha aumentado. De hecho, se estima que entre el 1 y el 2% de los niños padece este problema. Sin embargo, hay ocasiones en que los síntomas no corresponden por completo a un trastorno bipolar, en ese caso, se hace referencia al trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo, una nueva categoría propuesta en el DMS-5 para indicar los cuadros en los que predomina la irritabilidad.

Se trata de una especie de “enfado crónico”, un estado de ánimo que se mantiene durante la mayor parte del día y que hace que los niños tengan accesos de cólera, que se pueden manifestar de forma agresiva, ya sea rompiendo y tirando objetos o arremetiendo contra las personas que se encuentran a su alrededor o haciéndose daño a sí mismo. Este trastorno es más frecuente en los varones y su curso dependerá de muchos factores, entre ellos el diagnóstico y el tratamiento temprano.

Los estudios realizados sobre el trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo, no desvelan un patrón hereditario. De hecho, se ha apreciado que solo el 2,7% de los niños con este problema tienen algún padre que padece un trastorno del estado de ánimo.


Los síntomas del trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo


Este trastorno se puede diagnosticar en los niños o adolescentes de hasta 19 años de edad, y se caracteriza por:

- Accesos de cólera graves y recurrentes, que pueden manifestarse de forma verbal o comportamental, y que se consideran completamente desproporcionados respecto a la causa que los provoca. Son comunes las rabietas y/o la agresión, ya sea a las personas o a la propiedad. 

- Los accesos de cólera no se corresponden con la edad de desarrollo, lo cual significa que en su base existe una incapacidad para poner en práctica los mecanismos de control del comportamiento que se espera el niño haya desarrollado al alcanzar determinado nivel de madurez. De hecho, este diagnóstico es improcedente en niños de menos de 6 años de edad.

- Los accesos de cólera son frecuentes y se producen, como media, tres o más veces a la semana.

- Entre los accesos de cólera, el niño mantiene un estado de ánimo irritable e irascible, que puede ser notado por las personas que le rodean.

En lo que respecta al tiempo, para realizar el diagnóstico del trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo, es necesario que estos síntomas se hayan manifestado durante más de un año, periodo a lo largo del cual, ese estado de ánimo debe haberse mantenido al menos durante tres meses consecutivos. Además, los síntomas se deben manifestar en diferentes contextos, como en la casa, la escuela y con los compañeros.

¿Cómo se comporta el niño con un trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo?


El niño con este problema suele explotar ante cualquier situación, sobre todo aquellas que generan un sentimiento de frustración. En ese caso, pueden tener rabietas, proferir malas palabras, actuar de forma violenta contra las personas que se encuentran a su alrededor y romper o tirar cosas. 

También se le nota visiblemente irritado, cualquier situación, por nimia que sea, puede desencadenar una respuesta desproporcionada, por lo que los padres suelen tener la sensación de que caminan sobre cristales ya que no saben cuándo ocurrirá el próximo acceso de cólera ni qué lo desatará.

Lo más usual es que el trastorno comience antes de los 10 años, aunque sus síntomas variarán a medida que el niño crezca. No obstante, se estima que aproximadamente la mitad de los niños con este problema, seguirá sufriéndolo después de los años. Aún así, el peor pronóstico es para los niños que desde edades muy pequeñas han manifestado un temperamento irritable.

¿Cuándo la irritabilidad se convierte en un trastorno?


Se estima que aproximadamente el 81% de los niños de menos de 6 años tienen rabietas. Aproximadamente el 20% de estos casos, llegan a presentar episodios de irritabilidad severos y recurrentes. ¿Cuándo se convierte esa irritabilidad en un trastorno psicológico?

Lo usual es que a medida que el sistema nervioso madure, el niño sea capaz de gestionar mejor su comportamiento, que aprenda a lidiar con la frustración y que le dé una salida más asertiva a las emociones negativas. Sin embargo, algunos niños no lo logran, entonces se puede instaurar el trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo.

De hecho, se ha apreciado que estos niños tienen dificultades para reconocer las emociones en los rostros de las personas y responden con un estrés significativo ante tareas complicadas. En práctica, estos niños tendrían problemas para reconocer las emociones, tanto las propias como las ajenas, lo cual se ha comprobado con técnicas de resonancia magnética, las cuales han desvelado una activación menor de la amígdala durante las pruebas de reconocimiento de las emociones.

Esa incapacidad para reconocer las primeras señales de las emociones, les impide detenerlas a tiempo, por lo que la frustración y la ira aumentan cada vez más, hasta dar lugar a los accesos de cólera. No podemos olvidar que, al fin y al cabo, la irritabilidad no es más que una consecuencia de la incapacidad para dominar los procesos mentales de atención selectiva, con el fin de inhibir las respuestas desadaptativas ante la frustración.

Así, la irritabilidad que puede ser normal en un niño de 6 años, se convierte en un trastorno cuando sigue siendo la respuesta preferente de un niño mayor. Además, para que la irritabilidad se traduzca en una psicopatología, debe desembocar en accesos de cólera que afectan el rendimiento del niño en diferentes áreas y alteran profundamente la dinámica familiar.

Las consecuencias del trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo


Este problema suele tener repercusiones importantes en la dinámica familiar. Es usual que los padres se sientan desorientados e impotentes, ya que no logran controlar el comportamiento del niño. Por eso, no es inusual que pierdan la paciencia y apliquen castigos desproporcionados, que pueden terminar provocando un comportamiento desafiante y oposicionista. Para estas familias, es difícil encontrar un punto de equilibrio, por lo que su vida cotidiana suele convertirse en una guerra sin cuartel.

El niño que sufre este trastorno también experimenta sus consecuencias. De hecho, debido a su irritabilidad, las relaciones con los compañeros de clase o amigos del vecindario suelen verse afectadas. Además, como tienen una baja tolerancia a la frustración, suelen tener dificultades para progresar en la escuela y les resulta difícil disfrutar en las actividades escolares o familiares en las que participan la mayoría de los niños.

Además, uno de los principales problemas aparejados al trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo es que tiene elevados índices de comorbilidad, lo cual significa que casi nunca aparece solo. De hecho, es frecuente que se solape con el trastorno oposicionista desafiante y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

¿Por qué es tan importante este diagnóstico?


- El diagnóstico confiere un sentido. Cuando los padres viven una situación difícil con sus hijos, poder llegar a un diagnóstico les brinda, de repente, un sentido a todo lo que han vivido, es la respuesta a las preguntas que se han estado haciendo durante años. Les permite comprender qué estaba ocurriendo y, en muchos casos, también resulta un alivio ya que comprenden que no ha sido culpa suya.

- Acceso a un tratamiento más adecuado. Con la inclusión de esta nueva entidad, se evita catalogar a niños como bipolares, cuando en realidad no lo son. De esta forma, pueden recibir un tratamiento más adecuado y las probabilidades de superar el trastorno son mayores.



Fuentes:
. www.rinconpsicologia.com
. APA (2014) Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Madrid: Editorial Médica Panamericana.
. Leibenluft, E. (2010) Severe Mood Dysregulation, Irritability, and the Diagnostic Boundaries of Bipolar Disorder in Youths. The American Journal of Psychiatry; 168(2): 129-142.
. Brotman, M. A. et. Al. (2010) Amygdala Activation During Emotion Processing of Neutral Faces in Children With Severe Mood Dysregulation Versus ADHD or Bipolar Disorder. The American Journal of Psychiatry; 167(1): 61-69.

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